miércoles, 5 de septiembre de 2012

Arrepentido de arrepentirme tanto



Tristemente se les olvidó que el ser cristiano no es una creencia religiosa sino un modo de vida, uno al que ahora ven  como a forastero, desconocido y extraño, aquel que recuerdan como si fuera una experiencia contada por alguien más. 

Comúnmente hablamos de arrepentirnos, cuando tomamos una decisión y nos va mal y decimos me arrepentí de haber tomado este camino, o de invertir en esto, o cuánto me arrepiento de haber votado por éste candidato. También te puedes arrepentir de haberte subido a ese automóvil, o de haber entrado a aquel lugar o de haber seguido los deseos de tu corazón. Según el DRAE un significado de arrepentirse viene a ser un pesar (dolor) por haber hecho o dejado de hacer algo. No obstante,  esta clase de arrepentimiento resulta inútil por cuanto no podemos cambiar nuestro pasado, o lo vivido por mucho que lamentemos nuestras decisiones.  Quizás por ello algunos un poco más osados pontifican sobre esto y arrojan perlas de humana sabiduría y suelen decir “yo no me arrepiento de nada porque de todo se aprende”.  Si bien es cierto que de todo se aprende, también lo es que a  hacer el mal también se aprende.

Lo que se enseña y lo que se aprende

En nuestras iglesias se  suelen brindar enseñanzas bíblicas, que más a menudo de lo que nos gusta reconocer, son “torcidas”  para acomodarlas a nuestra propia misericordia. Una de esas enseñanzas tiene que ver con el arrepentimiento, y no voy a entrar en detalles en cuanto al por qué del cambio del mensaje de la iglesia llevándolo de “Arrepiéntete y cree, el Reino de Dios se ha acercado” hacia “Vengan todos vengan ya, que la torta se va a picar, entrad todos, prosperad todos, todos van a ser salvos”, creo que eso valdría la pena analizarlo en un estudio aparte.
Pero hablemos un poco de cómo se aprende en algunas iglesias la “doctrina del arrepentimiento”,  y aunque se caiga por lo obvio lo diré y más tarde me justificaré : Si tu aprendes algo es porque alguien te lo ha enseñado.

Dicho esto, recordemos una de las cosas que nos dicen cuando venimos a Cristo es tus pecados pasados, presentes, y futuros son perdonados por medio de la sangre de Cristo. Lo cual es absoluta y categóricamente cierto. Amén.

Lamentablemente  el mensaje que llega es este: “De aquí en adelante, no debes preocuparte, por cada vez que peques, pues todo lo que hagas ya te fue perdonado”, por lo tanto se emite a tu nombre Licencia para pecar sin fecha de expiración.

Hay Iglesias que ministran bajo la premisa de que al nuevo cristiano no hay que decirle mucho para que no se asusten y se vayan, tú sabes, porque son niños en Cristo. Sí es cierto son niños en Cristo, pero el niño precisamente necesita ser guiado, ¿eso no es lo que dice la Biblia? (Gálatas 4:1-2) y acaso no es mejor decir las cosas claras, tal y como las habla el Señor.

Le decimos también:  Dios no es castigador como te enseñaron, ¡No al contrario! - Dios es amor (1 Juan 4:8),  Pero no le hablamos de que también es fuego consumidor y Dios celoso (Heb 12:29; Deut  4:24) y que también Dios es justo y que recompensará a cada uno según su obra. Alguien dijo que dos errores no hacen una verdad, tampoco la hacen dos medias verdades.

Lo que produce lo aprendido: Reedificando lo destruido.

Antes recalcaba lo obvio en cuanto a que si aprendes es porque alguien te está enseñando,  de acuerdo, entonces o lo aprendes de Jesús el Maestro; lo aprendes del hombre  o lo aprendes directamente del mismo diablo engañador.

He conocido el fruto de la doctrina mal aprendida, mal enseñada o muy bien enseñada pero por el diablo, podría estar un buen rato comentando acerca de esas cosas que el diablo le ha enseñado a los cristianos, pseudo-cristianos, a iglesias, y pseudo-iglesias tales como: “Ayúdate que yo te ayudaré”; “No hay infierno para el hombre bueno,  hay un purgatorio donde pasas un tiempo y después el cielo”;  “Soy salvo y siempre lo seré, por lo tanto no importa cuánto haga, siempre seré salvo”; “Que le dirás a Cristo si te pregunta ¿porque debo dejarte entrar al cielo?: Porque acepté a Cristo como Señor  y creo que es mi Salvador.”;  “Dios no se mete en eso”; “No importa dónde te congregues; Dios está en todas partes”  y una de las favoritas del cristiano caído “No hace falta que yo vaya a una iglesia para estar con Dios” y eso por mencionar solo algunas. Cada una por separado o todas ellas Juntas vienen a ser el equivalente contemporáneo de aquel: “¿Conque Dios os ha dicho: "No comeréis de ningún árbol del huerto"? (Gen 3:1)

Conozco personas que en algún momento abrazaron la fe cristiana, y se apartaron. Algunos crecieron conmigo otros, amados amigos  que hoy viven su vida según sus propósitos personales. Siguieron su propio camino, algunos para conservar “la paz” en sus matrimonios otros para acallar la voz del Espíritu Santo que les gritaba con claridad “Lo que estás haciendo no me agrada, está mal”. Con el tiempo los verdaderos principios cristianos fueron desplazados y se convirtieron en lastre para sus vidas. Rutinas familiares y deportivas fueron antepuestas al congregarse, aprendieron  a vivir una vida de cristiano pero sin Cristo. Todavía son capaces de responder sobre el cielo, lo básico del cristianismo, aún conservan su Biblia y de vez en cuando hasta la leen, pueden citar palabra de Dios con presteza, rechazan la hechicería abierta y descarada pero aceptan fácilmente hacer yuntas para negocios, y parentelas con santeros, paleros y similares; viven bajo la razón que ha construido su frialdad la cual declara: “- Son amigos desde siempre y hay que respetar las creencias de cada quien” se jactan de ser “inclusivos”. Tristemente se les olvidó que el ser cristiano no es una creencia religiosa sino un modo de vida, uno al que ahora ven  como a forastero, desconocido y extraño, aquel que recuerdan como si fuera una experiencia contada por alguien más.   Viven cada día alejándose un poco más de Dios y mimetizándose cada día más con el mundo. En medio de la confusión de alguna manera se metieron en un proceso de restauración de obra muertas, regresando a edificar aquello que ya habían destruido. Y secretamente, en su soledad se mienten a sí mismos diciéndose algún día volveré, todavía tengo oportunidad, el Señor es misericordioso, cuando quiera puedo arrepentirme y planificar mi regreso triunfal.

“ Y les dirás: "Así dice el SEÑOR: 'Los que caen ¿no se levantan? El que se desvía ¿no se arrepiente? 5  '¿Por qué entonces este pueblo, Jerusalén, se ha desviado en continua apostasía? Se aferran al engaño, rehúsan volver. 6  'He escuchado y oído, han hablado lo que no es recto; ninguno se arrepiente de su maldad, diciendo: "¿Qué he hecho?" Cada cual vuelve a su carrera, como caballo que arremete en la batalla. (Jer 8:4-6) (LBLA)

Porque si yo reedifico lo que en otro tiempo destruí, yo mismo resulto transgresor.
(Gál 2:18)

Falso Arrepentimiento:
Veteranos del Arrepentimiento o Arrepentidos Profesionales

Israel estuvo dando vueltas en el desierto durante cuarenta (40) años, hasta que todos los de una generación exceptuando a Josué y a Caleb, cayeron ahí.  Pero ellos no podían parar, ellos aunque quisieran no podían salir de ese desierto,  esta era gente bajo un pacto de muerte, en el que se metieron por tener en poco la palabra y la promesa de Dios, ellos no tenían forma de alcanzar la promesa que habían rechazado aquellas vueltas fueron la consecuencia de su desobediencia y falta de fe. Sin embargo, hoy encontramos gente en las iglesias que viven voluntariamente, dejando sus huellas en las arenas de su desierto  particular.  Tienen su voluntad comprometida, viven lidiando con pecados y adicciones dando una y otra vez vueltas a ese desierto.  Dan apariencia de piedad, pero se suben y bajan de una montaña  rusa, en la que abordan con un boleto que tiene impreso la palabra “arrepentimiento”.

Unos siguen en la práctica “ocasional” del pecado, portan un cartel invisible en sus cuellos con el mensaje “Días desde el último incidente” y van acumulando dígitos según los días van pasando  pero temiendo y esperando que llegue el fatídico momento en que vuelvan a poner el cartel en “0”.  Y así viven siendo esclavos del temor, pues su confianza está puesta en sus propias fuerzas.

Otros han aprendido a manejarse bien con “ese asunto” del arrepentimiento, saben que si pecan el arrepentimiento está ahí, disponible a la mano. Lo cual les da una especie de Hall Pass (pase libre), para arrepentirse justo en el “momento preciso” antes de ir a la reunión o si se acuerdan justo antes de orar. Para ellos es costumbre el “estirar” las enseñanzas recibidas para ver hasta dónde se puede llegar sin que sea considerado pecado y caminar peligrosamente por ese borde como si de una cuerda floja se tratara. Ellos también aprendieron mal, saben que el arrepentimiento es necesario, pero de alguna forma han internalizado que es opcional, entienden que pueden llevar una vida completa en Cristo pero eligen andar exponiéndose peligrosamente ante  la mirada del Dios conoce las intenciones del corazón que todo lo ve y todo lo sabe. Pero Él no se anda con juegos sino que le dice “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!  Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” (Apo 3:15-16 )

“ El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. 10  Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas.” (2Pe 3:9-10)

¿Que dice Dios?

A la luz de la Palabra de Dios, lo primero que encontramos es que el arrepentimiento verdadero  proviene de Él. Así es, Dios mismo es quien provoca en nosotros y nos guía al arrepentimiento: “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.” (Hch 5:30-31)(LBLA) también en “…¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! “ (Hch 11:18  ) (LBLA) y en “ ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?” (Rom 2:4) (LBLA).

Por tanto aquello que Dios llama arrepentimiento viene dado por Él mismo, sin embargo, conviene aclarar que, como sucede muchas veces los caminos de Dios no son nuestros caminos y en el caso que nos ocupa, para Dios el arrepentimiento es una cosa totalmente distinta a la que nosotros llamamos así.
Antes mencioné la definición de arrepentirse según RAE: el cual es Pesar de haber hecho algo. Pero en la Biblia la palabra usada en griego es metánoia  la cual literalmente se traduce como un cambio de mente. Denota volverse del camino en que se andaba y tomar otra dirección.
Cuando Dios nos habla siempre se refiere a lo verdadero a lo que se cumple sin lugar a dudas dice el Señor que en Cristo todas las promesas son en Él si y por medio de Él amén. Entonces es de esperarse que un cambio de mente producido y guíado por Él debe, por definición, ser verdadero. Recuerda, Dios todo lo hizo bueno, hermoso y en su tiempo.
Pero si no se puede concebir un falso arrepentimiento que provenga de Dios,  entonces ¿como es posible que exista este comportamiento entre algunos cristianos? . La respuesta es: “El diablo metió la mano”. El es el padre de confusión él es Babilonia personificada y él es quien enseña toda doctrina extraña.
Pero Jehová de los Ejércitos es más poderoso y ante Él toda rodilla se doblará.

Un genuino cambio de mente
Cada uno de los casos mencionados anteriormente son productos de la confusión  y de la dureza de corazón.  El Señor ciertamente demanda de nosotros un cambio y ese cambio debe ser radical y definitivo, Dios nos habla de santidad, no de que nunca pequemos pues Él tiene pleno conocimiento de nuestra naturaleza pecaminosa y de hecho sabe lo que es ser tentado en todo pero nunca pecó (Heb 4:15). Sin embargo, no solo nos dio las armas para repeler los ataques sino que además Dios mismo se toma el delicado trabajo de tamizar a través de su inmensa sabiduría, para seleccionar que a cada quien solo le alcance aquella tentación que sea capaz de resistir, y no solo eso sino que nos provee juntamente con la tentación la salida de ella.  (1 Co 10:13)

El meollo del asunto está en que no siempre resistimos exitosamente la tentación y en ocasiones caemos en ella. Al hacerlo nos contaminamos, nos ensuciamos, tenemos impurezas que no son aceptadas por Dios, pues se oponen a todo lo que es Dios. Por ello, el Señor en su inmensa misericordia nos ofrece la oportunidad de ser limpios nuevamente, nos dice que si confesamos nuestro pecado Él es fiel y justo, para perdonarnos y para limpiarnos, es decir, para regresarnos al estado en que podemos ser aceptos nuevamente por Dios, el único que soporta Dios que es nada menos que limpio de toda maldad, solo entonces podemos acércanos a Dios nuevamente.

Tiempo y oportunidad para el Arrepentimiento.

Pero debemos tener sumo cuidado de que nuestro arrepentimiento ocurra dentro del tiempo que Dios abre para que tenga lugar, no sea que nos pase como Esaú,  quien aunque procuró con amargo llanto recuperar lo perdido, no halló lugar su arrepentimiento.  (Heb 12:16-17).  Y si fue así para Esaú cuyo menosprecio fue hacia la bendición de Jehová, ¿puedes tan solo imaginar cual será el destino de aquel que tiene en poco el Sacrificio de Jesucristo en la cruz, pecando deliberadamente y de esa forma haciéndose participe juntamente con aquellos que le afrentaron, torturaron y asesinaron?  
 
Hay un tiempo para buscar al Señor, mientras puede ser hallado y hay un tiempo para llamarle mientras está cerca, pero habrá un momento en que el Señor voltee su rostro y los cielos se vuelvan de bronce. Él nos ha llamado a que dejemos atrás nuestra niñez y como cristianos maduros asumamos la responsabilidad de nuestros actos, rectifiquemos lo torcido y tomemos la de decisión irrevocable de cambiar nuestra forma de pensar.
Entre las vestiduras del Sumo Sacerdote, había una placa de oro que tenía que portar sobre su frente que decía SANTIDAD A JEHOVA. Eso me habla de que lo primero que debe estar consagrado y apartado para el Señor y su ministración es mi cabeza, mis pensamientos y mi mente. Nuestra actitud en todo momento debería estar enfocada, en la aspiración activa a la santidad,  y ello solo es posible con una genuina y verdadera transformación de nuestra mente, que viene a ser justamente aquello a  lo que Dios llama Arrepentimiento. Dejemos pues atrás todas nuestras profundas razones y falsas justificaciones y  vivamos nuestras vidas experimentado la realidad absoluta de que tenemos la mente de Cristo, ¿que mayor cambio que ese?

“Que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. “ (Efe 4:22-24)