Comúnmente
hablamos de arrepentirnos, cuando tomamos una decisión y nos va mal y decimos
me arrepentí de haber tomado este camino, o de invertir en esto, o cuánto me
arrepiento de haber votado por éste candidato. También te puedes arrepentir de haberte
subido a ese automóvil, o de haber entrado a aquel lugar o de haber seguido los
deseos de tu corazón. Según el DRAE un significado de arrepentirse viene a ser
un pesar (dolor) por haber hecho o dejado de hacer algo. No obstante, esta clase de arrepentimiento resulta inútil
por cuanto no podemos cambiar nuestro pasado, o lo vivido por mucho que
lamentemos nuestras decisiones. Quizás
por ello algunos un poco más osados pontifican sobre esto y arrojan perlas de
humana sabiduría y suelen decir “yo no me arrepiento de nada porque de todo se
aprende”. Si bien es cierto que de todo
se aprende, también lo es que a hacer el
mal también se aprende.
Lo que se enseña y lo que se aprende
En
nuestras iglesias se suelen brindar
enseñanzas bíblicas, que más a menudo de lo que nos gusta reconocer, son “torcidas” para acomodarlas a nuestra propia
misericordia. Una de esas enseñanzas tiene que ver con el arrepentimiento, y no
voy a entrar en detalles en cuanto al por qué del cambio del mensaje de la
iglesia llevándolo de “Arrepiéntete y
cree, el Reino de Dios se ha acercado” hacia “Vengan todos vengan ya, que la torta se va a picar, entrad todos,
prosperad todos, todos van a ser salvos”, creo que eso valdría la pena
analizarlo en un estudio aparte.
Pero
hablemos un poco de cómo se aprende en algunas iglesias la “doctrina del
arrepentimiento”, y aunque se caiga por
lo obvio lo diré y más tarde me justificaré : Si tu aprendes algo es porque
alguien te lo ha enseñado.
Dicho
esto, recordemos una de las cosas que nos dicen cuando venimos a Cristo es tus
pecados pasados, presentes, y futuros son perdonados por medio de la sangre de
Cristo. Lo cual es absoluta y categóricamente cierto. Amén.
Lamentablemente el mensaje que llega es este: “De aquí en
adelante, no debes preocuparte, por cada vez que peques, pues todo lo que hagas
ya te fue perdonado”, por lo tanto se emite a tu nombre Licencia para pecar sin
fecha de expiración.
Hay
Iglesias que ministran bajo la premisa de que al nuevo cristiano no hay que decirle
mucho para que no se asusten y se vayan, tú sabes, porque son niños en Cristo.
Sí es cierto son niños en Cristo, pero el niño precisamente necesita ser
guiado, ¿eso no es lo que dice la Biblia? (Gálatas 4:1-2) y acaso no es mejor
decir las cosas claras, tal y como las habla el Señor.
Le decimos
también: Dios no es castigador como te
enseñaron, ¡No al contrario! - Dios es amor (1 Juan 4:8), Pero no le hablamos de que también es fuego
consumidor y Dios celoso (Heb 12:29; Deut
4:24) y que también Dios es justo y que recompensará a cada uno según su
obra. Alguien dijo que dos errores no hacen una verdad, tampoco la hacen dos medias
verdades.
Lo
que produce lo aprendido: Reedificando lo destruido.
Antes
recalcaba lo obvio en cuanto a que si aprendes es porque alguien te está
enseñando, de acuerdo, entonces o lo
aprendes de Jesús el Maestro; lo aprendes del hombre o lo aprendes directamente del mismo diablo engañador.
He
conocido el fruto de la doctrina mal aprendida, mal enseñada o muy bien
enseñada pero por el diablo, podría estar un buen rato comentando acerca de esas
cosas que el diablo le ha enseñado a los cristianos, pseudo-cristianos, a
iglesias, y pseudo-iglesias tales como: “Ayúdate que yo te ayudaré”; “No hay
infierno para el hombre bueno, hay un
purgatorio donde pasas un tiempo y después el cielo”; “Soy salvo y siempre lo seré, por lo tanto no
importa cuánto haga, siempre seré salvo”; “Que le dirás a Cristo si te pregunta
¿porque debo dejarte entrar al cielo?: Porque acepté a Cristo como Señor y creo que es mi Salvador.”; “Dios no se mete en eso”; “No importa dónde te
congregues; Dios está en todas partes” y
una de las favoritas del cristiano caído “No hace falta que yo vaya a una
iglesia para estar con Dios” y eso por mencionar solo algunas. Cada una por
separado o todas ellas Juntas vienen a ser el equivalente contemporáneo de
aquel: “¿Conque Dios os ha dicho: "No comeréis de ningún árbol del
huerto"? (Gen 3:1)
Conozco
personas que en algún momento abrazaron la fe cristiana, y se apartaron.
Algunos crecieron conmigo otros, amados amigos que hoy viven su vida según sus propósitos personales.
Siguieron su propio camino, algunos para conservar “la paz” en sus matrimonios
otros para acallar la voz del Espíritu Santo que les gritaba con claridad “Lo
que estás haciendo no me agrada, está mal”. Con el tiempo los verdaderos principios
cristianos fueron desplazados y se convirtieron en lastre para sus vidas.
Rutinas familiares y deportivas fueron antepuestas al congregarse,
aprendieron a vivir una vida de
cristiano pero sin Cristo. Todavía son capaces de responder sobre el cielo, lo
básico del cristianismo, aún conservan su Biblia y de vez en cuando hasta la
leen, pueden citar palabra de Dios con presteza, rechazan la hechicería abierta
y descarada pero aceptan fácilmente hacer yuntas para negocios, y parentelas
con santeros, paleros y similares; viven bajo la razón que ha construido su frialdad
la cual declara: “- Son amigos desde siempre y hay que respetar las creencias
de cada quien” se jactan de ser “inclusivos”. Tristemente se les olvidó que el
ser cristiano no es una creencia religiosa sino un modo de vida, uno al que
ahora ven como a forastero, desconocido y
extraño, aquel que recuerdan como si fuera una experiencia contada por alguien
más. Viven cada día alejándose un poco más de Dios
y mimetizándose cada día más con el mundo. En medio de la confusión de alguna
manera se metieron en un proceso de restauración de obra muertas, regresando a
edificar aquello que ya habían destruido. Y secretamente, en su soledad se
mienten a sí mismos diciéndose algún día volveré, todavía tengo oportunidad, el
Señor es misericordioso, cuando quiera puedo arrepentirme y planificar mi
regreso triunfal.
“ Y les
dirás: "Así dice el SEÑOR: 'Los que caen ¿no se levantan? El que se desvía
¿no se arrepiente? 5 '¿Por qué entonces este pueblo, Jerusalén, se
ha desviado en continua apostasía? Se aferran al engaño, rehúsan volver. 6 'He
escuchado y oído, han hablado lo que no es recto; ninguno se arrepiente de su
maldad, diciendo: "¿Qué he hecho?" Cada cual vuelve a su carrera,
como caballo que arremete en la batalla. (Jer 8:4-6) (LBLA)
Porque si yo
reedifico lo que en otro tiempo destruí,
yo mismo resulto transgresor.
(Gál
2:18)
Falso
Arrepentimiento:
Veteranos del Arrepentimiento o Arrepentidos
Profesionales
Israel
estuvo dando vueltas en el desierto durante cuarenta (40) años, hasta que todos
los de una generación exceptuando a Josué y a Caleb, cayeron ahí. Pero ellos no podían parar, ellos aunque
quisieran no podían salir de ese desierto,
esta era gente bajo un pacto de muerte, en el que se metieron por tener
en poco la palabra y la promesa de Dios, ellos no tenían forma de alcanzar la
promesa que habían rechazado aquellas vueltas fueron la consecuencia de su
desobediencia y falta de fe. Sin embargo, hoy encontramos gente en las iglesias
que viven voluntariamente, dejando sus huellas en las arenas de su desierto particular.
Tienen su voluntad comprometida, viven lidiando con pecados y adicciones
dando una y otra vez vueltas a ese desierto. Dan apariencia de piedad, pero se suben y
bajan de una montaña rusa, en la que
abordan con un boleto que tiene impreso la palabra “arrepentimiento”.
Unos
siguen en la práctica “ocasional” del pecado, portan un cartel invisible en sus
cuellos con el mensaje “Días desde el último incidente” y van acumulando dígitos
según los días van pasando pero temiendo
y esperando que llegue el fatídico momento en que vuelvan a poner el cartel en
“0”. Y así viven siendo esclavos del
temor, pues su confianza está puesta en sus propias fuerzas.
Otros
han aprendido a manejarse bien con “ese asunto” del arrepentimiento, saben que
si pecan el arrepentimiento está ahí, disponible a la mano. Lo cual les da una
especie de Hall Pass (pase libre),
para arrepentirse justo en el “momento preciso” antes de ir a la reunión o si
se acuerdan justo antes de orar. Para ellos es costumbre el “estirar” las
enseñanzas recibidas para ver hasta dónde se puede llegar sin que sea
considerado pecado y caminar peligrosamente por ese borde como si de una cuerda
floja se tratara. Ellos también aprendieron mal, saben que el arrepentimiento
es necesario, pero de alguna forma han internalizado que es opcional, entienden
que pueden llevar una vida completa en Cristo pero eligen andar exponiéndose
peligrosamente ante la mirada del Dios
conoce las intenciones del corazón que todo lo ve y todo lo sabe. Pero Él no se
anda con juegos sino que le dice “Yo conozco tus obras,
que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres
tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” (Apo 3:15-16 )
“ El Señor no se tarda en cumplir su
promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con
vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al
arrepentimiento. 10 Pero el día del
Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y
los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que
hay en ella serán quemadas.” (2Pe 3:9-10)
¿Que dice Dios?
A
la luz de la Palabra de Dios, lo primero que encontramos es que el
arrepentimiento verdadero proviene de
Él. Así es, Dios mismo es quien provoca en nosotros y nos guía al
arrepentimiento: “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros
matasteis colgándole en un madero. 31. A éste, Dios ha exaltado con su diestra
por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de
pecados.” (Hch 5:30-31)(LBLA) también
en “…¡De manera que también a los
gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! “ (Hch 11:18 ) (LBLA) y en “ ¿O tienes en poco las riquezas de su
bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al
arrepentimiento?” (Rom 2:4) (LBLA).
Por tanto aquello que Dios llama
arrepentimiento viene dado por Él mismo, sin embargo, conviene aclarar que,
como sucede muchas veces los caminos de Dios no son nuestros caminos y en el
caso que nos ocupa, para Dios el arrepentimiento es una cosa totalmente
distinta a la que nosotros llamamos así.
Antes mencioné la definición de
arrepentirse según RAE: el cual es Pesar de haber hecho algo.
Pero en la Biblia la palabra usada en griego es metánoia la cual
literalmente se traduce como un cambio de mente. Denota volverse del camino en
que se andaba y tomar otra dirección.
Cuando Dios nos habla siempre se
refiere a lo verdadero a lo que se cumple sin lugar a dudas dice el Señor que
en Cristo todas las promesas son en Él si y por medio de Él amén. Entonces es
de esperarse que un cambio de mente producido y guíado por Él debe, por
definición, ser verdadero. Recuerda, Dios todo lo hizo bueno, hermoso y en su
tiempo.
Pero si no se puede concebir un falso
arrepentimiento que provenga de Dios,
entonces ¿como es posible que exista este comportamiento entre algunos
cristianos? . La respuesta es: “El diablo metió la mano”. El es el padre de
confusión él es Babilonia personificada y él es quien enseña toda doctrina
extraña.
Pero Jehová de los Ejércitos es más
poderoso y ante Él toda rodilla se doblará.
Un genuino cambio de mente
Cada uno
de los casos mencionados anteriormente son productos de la confusión y de la dureza de corazón. El Señor ciertamente demanda de nosotros un
cambio y ese cambio debe ser radical y definitivo, Dios nos habla de santidad,
no de que nunca pequemos pues Él tiene pleno conocimiento de nuestra naturaleza
pecaminosa y de hecho sabe lo que es ser tentado en todo pero nunca pecó (Heb
4:15). Sin embargo, no solo nos dio las armas para repeler los ataques sino que
además Dios mismo se toma el delicado trabajo de tamizar a través de su inmensa
sabiduría, para seleccionar que a cada quien solo le alcance aquella tentación
que sea capaz de resistir, y no solo eso sino que nos provee juntamente con la
tentación la salida de ella. (1 Co
10:13)
El meollo
del asunto está en que no siempre resistimos exitosamente la tentación y en
ocasiones caemos en ella. Al hacerlo nos contaminamos, nos ensuciamos, tenemos impurezas
que no son aceptadas por Dios, pues se oponen a todo lo que es Dios. Por ello, el
Señor en su inmensa misericordia nos ofrece la oportunidad de ser limpios
nuevamente, nos dice que si confesamos nuestro pecado Él es fiel y justo, para
perdonarnos y para limpiarnos, es decir, para regresarnos al estado en que
podemos ser aceptos nuevamente por Dios, el único que soporta Dios que es nada
menos que limpio de toda maldad, solo entonces podemos acércanos a Dios nuevamente.
Tiempo y oportunidad para
el Arrepentimiento.
Pero debemos tener sumo cuidado de que
nuestro arrepentimiento ocurra dentro del tiempo que Dios abre para que tenga
lugar, no sea que nos pase como Esaú,
quien aunque procuró con amargo llanto recuperar lo perdido, no halló
lugar su arrepentimiento. (Heb 12:16-17).
Y si fue así para Esaú cuyo
menosprecio fue hacia la bendición de Jehová, ¿puedes tan solo imaginar cual será el destino de aquel que tiene en poco el Sacrificio de Jesucristo en la cruz, pecando deliberadamente y de esa forma haciéndose participe juntamente con aquellos que le afrentaron, torturaron y asesinaron?
Hay un tiempo para buscar al Señor, mientras
puede ser hallado y hay un tiempo para llamarle mientras está cerca, pero habrá
un momento en que el Señor voltee su rostro y los cielos se vuelvan de bronce. Él
nos ha llamado a que dejemos atrás nuestra niñez y como cristianos maduros asumamos
la responsabilidad de nuestros actos, rectifiquemos lo torcido y tomemos la de decisión
irrevocable de cambiar nuestra forma de pensar.
Entre
las vestiduras del Sumo Sacerdote, había una placa de oro que tenía que portar
sobre su frente que decía SANTIDAD A JEHOVA. Eso me habla de que lo primero que
debe estar consagrado y apartado para el Señor y su ministración es mi cabeza,
mis pensamientos y mi mente. Nuestra actitud en todo momento debería estar
enfocada, en la aspiración activa a la santidad, y ello solo es posible con una genuina y
verdadera transformación de nuestra mente,
que viene a ser justamente aquello a lo que Dios
llama Arrepentimiento. Dejemos pues atrás todas nuestras profundas razones y falsas
justificaciones y vivamos nuestras
vidas experimentado la realidad absoluta de que tenemos la mente de Cristo, ¿que mayor cambio que ese?
“Que en
cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que
se corrompe según los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de
vuestra mente, y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la
justicia y santidad de la verdad. “ (Efe 4:22-24)