martes, 8 de julio de 2008

“Lo que tú traías venía de ti y no de mí”

Un sueño compartido.
Quiero hoy compartirles acerca de un sueño que tuve hace unos meses atrás. El cual tengo presente desde entonces y muchas veces me hace considerar dos veces lo que voy a hablar.

En el sueño, me encontraba en una congregación muy querida, disponiéndome a predicar. Estaba presto, listo el mensaje, listo todo. Me acompañaba una hermana en Cristo a quien respeto mucho, por su disposición a ser usada por el Señor.

Durante aquel sueño, yo recorría con mi vista todo el auditorio observando a los asistentes, y entre ellos podía ver a esos hombres que en mi juventud, eran para mi, gigantes espirittuales, líderes inalcanzables, ancianos de la iglesia de la cual, era yo miembro en aquel momento.

Recuerdo que en el sueño ponía mi mano sobre el hombro de un hermano en especial, uno al que particularmente tenia y aun hoy tengo en alta estima. Y pensaba (en el sueño), vaya honor éste que tengo hoy al predicarle a este hombre. Y pasando la mirada por toda la sala me sentía satisfecho, con aquella sensación de logro, pero en silencio, contemplando todo el salón.

Muy sonriente, emprendí el camino al púlpito, cerca del cual me esperaba la hermana que mencioné al principio. Tomando "mi lugar" me dispuse a iniciar mi predicación. Pero no alcancé pronunciar palabra. Antes de que pudiera decir nada, se levantó una persona, un hombre, en medio de la congregación a quien no reconocí en el sueño, y sus palabras fueron lapidarias. Dijo algo como esto:
- ¿Tú me vas a predicar a mí?. No lo creo.
- Yo no voy a permitir que alguien como tú, me venga a decir nada a mí. Tú no eres nadie, no eres digno, y no te voy a escuchar.

Dicho esto, se dirigió hacia la puerta y salió, y trás él muchos otros, y la sala quedó con casi vacía con apenas unas pocas personas.

Me quedo impávido, asombrado no pronuncié palabra. Y veía a aquella hermana, frente a mi que inexplicablemente estaba llena de paz, calmada. Pero en mi mente, oraba y le preguntaba al Señor, - ¿Por qué? ¿Por qué pasó esto?. La voz clara del Señor se dejó oír.dijo.
- Porque lo que tu traías no venia de mi, sino de ti.

De inmediato en el sueño, le comenté a la hermana que me acompañaba, lo que me acababa de decir el Señor. Y ella me dijo, pues obedece y pídele que te muestre su palabra, sobre la cual debes hablar el día de hoy, y me dijo busca ahí, señalando mi libreta de apuntes en la que yo tomo notas durante mi tiempo con el Señor, y de los mensajes y predicas que suelo escuchar.

Pero mientras pasaba las hojas de mi libreta, se levantó una mujer desconocida para mi, que estaba en primera fila entre las personas que quedaron en el salón y dijo:

- ¿Por qué no predicas acerca del olivo?.

Sin embargo no usó la palabra olivo, sino la palabra en griego, la cual nunca en mi vida había oído antes. Pero que al despertar busqué y recuerdo que resultó ser la misma usada en la Biblia, en griego para referirse al árbol de olivo.

Por supuesto que esa mañana lo primero que hice fue tomar nota de aquello del olivo, y empezar a buscar todo del acerca de él, cosas importantes, impactantes pero que en otro momento compartiré, pero no ahora. Ese día me avoqué a buscar a investigar, y llegué emocionado a compartir con mi pastor quien también es mi amigo, todo lo que había soñado y el fruto de aquella investigación y todo lo que me había mostrado el Señor ese día. 

El me escuchó pacientemente, y me dijo, sabiamente: - Sí es tremendo todo eso del olivo que me compartes. Pero dime algo, ¿que piensas tú de eso que te dijo el Señor en el sueño, eso de que hablaras lo que venía de Él?

Fue entonces cuando lo comprendí, el Señor me estaba diciendo algo y yo nuevamente estaba oyendo otra cosa. Ahí me di cuenta de que había cierto “ruido” que no me dejaba escuchar lo que Dios estaba hablándome. 

En ocasiones estamos tan ocupados en tomar nota de lo que oímos que no nos damos cuenta que estamos anotando lo que está en nosotros, que estamos aprendiendo con la mente y no con el corazón. Que estamos teniendo comunión con otras cosas y no con nuestro Señor.
A veces racionalizando todo, o buscando aplicación en otras personas de lo que escuchamos pero no en nosotros mismos. Y tal vez, si ponemos atención, es posible que nos sorprendamos a nosotros mismos intentando ser más humildes, que el más humilde de los hermanos. Y diciendo mírame yo si que soy humilde de verdad; Instrumento útil; vaso de honra; ese soy yo.

Es el momento de entregar el gobierno al Dueño de la Iglesia, que sea Él quien diga los mensajes, y no que seamos nosotros, quienes le presentemos los mensajes para que El los bañe con la unción. Y decirle después que se siente a escuchar lo bien que predicamos, lo histriónicos que podemos ser e impresionarlo con cuantas personas podemos convencer a unírsenos. Que se deleite El, mientras nos ve haciendo nuestros “cierres”. Esta relación opera al contrario, el te unge para que prediques, no unge lo que tu predicas.
Llegó la hora de poner más atención a lo que Dios nos habla, y en especial a lo que estamos llevándole al pueblo de Dios, diciendo que en su nombre, pero que tal vez esta saliendo de nosotros mismos. Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones…” (Heb 3:15)

Tendremos que recordar que nosotros somos tan solo vasos de barro y que la excelencia es puesta en nosotros por Dios mismo, nuestro Señor. Nosotros somos portadores de la unción, no la unción misma. Aprendí hace poco, que el llamamiento es para siempre, pero la unción se puede perder. Veamos la historia de Saúl. La unción hay que cuidarla, protegerla, no sea que se nos ponga rancio el aceite, que caiga alguna mosca en el perfume, y ya no sirva para ungir a nadie.
“ Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Corintios 4:7)

La Aventura de descubrir la Presencia de Dios


Hablar de lo que Dios hace en tu vida, a veces resulta difícil. Aunque el trabajo de Dios en nuestras vidas es auténtico, visible, palpable… En ocasiones nos “agarran fuera de base”, cuando nos piden testificar de los que Dios está haciendo o acaba de hacer en tu vida.

Alguien dijo, que tratar de poner en palabras el amor y la relación entre Dios y nosotros sería una especie de ofensa en si misma. Yo estoy completamente de acuerdo. Sin embargo de alguna forma hay que testificar las maravillas que Dios hace en tu vida pues de otra forma te vuelves como la higuera estéril. Mucho recibir y nada de dar.

Hace unos días estuve en el Congreso Mundial Avivamiento 2008: Fuego Abrasador, en el Centro Mundial de Avivamiento en Bogotá – Colombia, este gran privilegio que Dios me concedió en su infinita misericordia.

Les puedo decir, que de principio a fin esté Congreso fue de gran bendición, y puedo decir que de día en día fuimos como dice la Palabra de Dios de Gloria en Gloria. Es que no puede ser de otra forma, cuando te sumerges en la dulce Presencia de Dios. Si, tú ya conoces la Presencia de Dios, notas de inmediato al entrar en aquel recinto que la Presencia de Dios está en ese lugar, y si no la conoces aun, entonces es tu oportunidad para saber de que se trata.

Suena extraño, cuando le hablas a cristianos acerca de la Presencia de Dios, y asumes que tal vez estés hablando con algunos que la conocen. Pero esa es la realidad de muchos cristianos. Nos acostumbramos tanto a hacer y trabajar para Cristo, que se nos olvida Cristo mismo, oh sí, aquello tan trillado en la década de los noventas que decía “trabaja en la obra del Señor, pero no te olvides del Señor de la obra”, ¡Era cierto, alguien dio en el clavo, pero no supimos digerirlo entonces! Y es que nos afanamos tanto en buscar el reino de Dios y su justicia, que nos perdemos, en el reino, y no encontramos al Rey. Las cosas de Dios, no son “Dios” en si mismas. El rey está sentado en el trono, y es ahí a los pies de El donde debemos ir, si queremos conocerle.

Ahora bien, pongo esto a consideración tuya, hermano o hermana que lees estas líneas. Si yo tengo 20, 40 años como cristiano, es decir hace 20 o 40 años yo acepté a Cristo como Salvador, y mi “bagaje”, doctrinal es amplio, extenso. Conozco mucho de teología, se de memoria miles de versos bíblicos, incluso he sido instrumento útil para alcanzar almas para Cristo, es posible que sea yo graduado en seminarios de gran renombre, e incluso, sea yo graduado con las mejores notas en Psicología Bíblica. Soy un extraordinario maestro, un consejero insuperable, mi ministerio es fructífero. Se bien cual es la diferencia entre un evangélico, pentecostal, bautista, presbisteriano, en fin a mi no me meten gato por liebre. Yo sé quien es quien, yo conozco, yo sé, yo hago.

Pregunto: ¿Todo eso me hace conocer mejor a Dios?, ¿de alguna manera eso me hace estar en la Presencia de Dios?.

Bueno si aun dudas al responder, la respuesta es NO. Nada de eso te acerca a Dios. Se de personas que vinieron a los pies de Cristo en un segundo, únicamente por estar expuestos a Su Presencia.

Claro está que habrá alguno que aun defienda su posición, pero recuerda que Dios está buscando gente que anhele estar con El, que le busque, que necesite de Él. No que esté satisfecha, de cuanto sabe y cuanto hace. Gente que le quiera más tenerle a Él , que tener la razón.

Gente que este más dispuesto en su corazón a recibir lo sobrenatural de Dios, que en su mente a racionalizarlo.

Los milagros, la capacitación instantánea, son accesorios, en la Presencia de Dios, simplemente suceden. Cuando tú le buscas y estás en su Presencia lo demás se vuelve menos importante. Cuando estás en su Presencia, te das cuenta que en vano “pagaste precio” y te “pusiste en la brecha”, ayunaste y vigilaste, pretendíendo acercarte a Dios. Pues para acercarse a Dios solo hace falta lo que dice en Hebreos 11:6 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

No que Él existe, sino que El está ahí para los que le buscan. En otras palabras que El está ahí para ti. Y hay que buscarle con un corazón humilde, presentarse delante de Él, completamente desnudo, sin disfraces de piedad, ni de erudición, ni de super-liderazgo. ¿Acaso, le sirvió de algo a Nicodemo ser maestro de la Ley cuando se encontró con el verdadero Maestro?; ¿La “piedad” y oración farisaica de Anás y Caifás sirvieron de algo? ¿reconocieron ellos que estaban frente al ungido, al Mesias.?. Más aun, ¿de que me vale saber que Dios está en todas partes, si no lo puedo sentir y vivir yo, aquí, hoy?

Estamos entrando en un avivamiento en Venezuela, ¿que harás tú?. ¿Te quedarás parado viendo como sucede todo delante de tus ojos sin bajarte de las alturas de tu erudición, y tu antigüedad, te quedarás encumbrado en tu púlpito predicándole a TU multitudinaria congregación o entrarás junto al pueblo de Dios y conocerás la verdadera Presencia del Señor.?

Como dije antes yo he tenido el privilegio, de estar expuesto a la Presencia de Dios no solo allá en Bogotá, sino también en mi congregación ahí, El hace lo que quiere, y eso es maravilloso. Los que han podido leer algunos de mis testimonios anteriores, saben que también en mi casa he tenido la dicha de encontrarme con el Señor de manera especial. Pero a decir verdad te confieso que tuve que deslastrarme de prejuicios y esquemas arraigados en mi mente humana. Tuve que entregarme en manos de mi Señor para que El hiciera conmigo lo que El quisiera, y mi galardón, mi premio mi remuneración ha sido el Don más grande y perfecto Dios mismo.

Te invito, a que me acompañes en esta aventura de descubrir en su Presencia, lo que es deleitarse en El y descubrir las maravillas que Dios tiene planeado para nosotros el día de hoy.

Jer 9:23-24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

jueves, 10 de abril de 2008

Las Pisadas de Abraham (El sendero de la fe)

“¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.” (Romanos 3:29 – 31).

“Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”. (Romanos 4:3)

“Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; 12 y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado. 13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. (Romanos 4:11 – 25).

Una “Pisada” es un huella que se deja al caminar, no puedo tener pisadas sino emprendo un camino, nuestras huellas dactilares son huellas solo cuando las dejamos plasmadas en algo que tocamos, mientras tanto no nos referimos a ellas como huellas. Uno nunca se refiere a sus dedos llamándolos “mis huellas dactilares”, nunca escuchas alguna mamá diciendo a su hijo: - “sácate las huellas dactilares de tu boca”.

Por tanto para que existan las huellas hay que llevar a cabo una acción, en el caso de los dedos hay que tocar algo. En el caso de las pisadas es necesario dar pasos (de nuevo una acción) para empezar a dejar nuestras pisadas.

En el mundo espiritual también ocurre de igual forma, la Biblia habla de que Abraham dejo unas pisadas, pisadas de la fé

“…sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham…” (Romanos 4:12).

Esas pisadas (en griego iknéomai) usada también para decir sendero, también empezaron como siempre con una acción, fueron dejadas, por Abraham y las podemos seguir a través de la Biblia, si miras bien ese paso fue creerle a Dios.

Hemos oído muchas veces acerca de Abraham, de que era amigo de Dios y todo el asunto que es el patriarca de Israel, que Dios le cambio el nombre de Abram (padre enaltecido) a Abraham (padre de multitudes). Pero creo lo más resaltante que se puede decir de Abraham es su Fe, tambien se le conoce como el padre de la fe. Así como a Job por su paciencia.

Algo que siempre llevaba Abraham dentro de su equipaje de viaje, en su peregrinar o en su estadía era su fe. Sin esa fe Abraham nunca se habría movido siquiera de Ur de los Caldeos, mucho menos habría llegado a Canaan ni recibido las promesas de Dios para El y su descendencia. Promesas de las cuales somos nosotros también herederos según lo dice la Palabra de Dios. (Heb 6:17).

Instrucciones de Dios para Abram. (Todavía padre excelso)

“1. Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gen 12:1-3)

Simple instrucción con un alcance espectacular, se trataba de dejar a su familia, lugar dónde vivía, parientes, amigos. Todo lo conocido para ir hacia una tierra que no sabía siquiera cual era, en que dirección, nada… absolutamente nada. En retrospectiva es fácil decir yo también me hubiera movido por fé si Dios me hablara así. Pero resulta que Abraham todavía no sabía a donde se dirigía. Solo podía hacer una de dos cosas, o hacía caso omiso de lo que Dios le estaba diciendo y seguía viviendo su vida tal y como la conocía o se embarcaba con todo lo que poseía, en una “aventura”, un viaje sin retorno rumbo a lo desconocido. Decisión simple per espectacular. Sopesar lo que tengo contra lo que puedo tener. Y Abraham decidió ponerse en acción, empezó a dejar sus pisadas.

Las Pisadas de Abram (no es padre de multitudes todavía).

  1. Vete de tu tierra y de tu parentela. (Rompe con lo viejo).

Abram deja todo, su destino queda congelado durante el tiempo en que era controlado por su padre Taré pero al morir éste, vemos como la palabra dada a Abram es confirmada. Antes salió rumbo a Canaan pero se quedó en Harán. Ahora decide obedecer y poner sus pies en dirección al cielo, es decir en la dirección que Dios le ordenó. Esto representa romper con la vieja vida, costumbres, hasta con amigos y familiares cuyo centro de vida no sea glorificar a Dios. El Señor te dice, ve a una tierra que te mostraré. No te la muestra sino que le pide obediencia y fé. El más adelante te mostrará hacia dónde vas.

  1. Puso su tienda en la promesa.

La instrucción fue clara “vete de tu tierra, y de tu parentela y de la casa de tu padre”. Sin embargo se le pegó el sobrino Lot, y este al poco tiempo le trajo problemas. Lot al estar cerca de Abram, mientras su tío era bendecido con riquezas Lot también. Llegó un momento que empezaron las disputas, que si este camello es tuyo, no que es mío, no que la cabra mocha es tuya, y la oveja negra mía. Bueno el punto es que ya no podían estar juntos. Y Abram le dice al sobrino, mira Lot, sobrinito mío ven acá. Y lo llevó al mejor mirador de la zona y le dijo date gusto escoge hacia dónde te quieres ir. Tu sabes somos familia y no debemos estar peleando por culpa de unas bestias. El gran Lot, agarró hacia la parte que le era mas atractiva. Pero dice la Biblia que Abram acampó en tierra de Canaan. (Gen 13) Abram sabía que esa era la tierra de la cual Dios le había dicho te la daré a ti y a tu descendencia. Y mientras Lot se vuelve atrás y busca lo que el mundo ofrece (puso sus tiendas hacia Sodoma), Abram por su parte se mantiene firme, confiado y creyendo (de nuevo FE).

  1. Reconoce a Dios como su proveedor.

Pasó el tiempo y de nuevo el sobrinito “arrocero” de Abram, dse mete en líos por andar metido en Sodoma. Vino un rey le hizo guerra a Sodoma, y se les llevo todo, y puso prisioneros a todos y por supuesto Lot incluido. Vien el gran tío arma a unos cuantos busca al fulano rey y le quita los bienes y libera a Lot. Tuvo la oportunidad de enriquecerse y tomar honores por la victoria obtenida, pero antes por el contrario, le da honra a Dios y le reconoce como su proveedor.

Parecía estar desperdiciando una oportunidad dorada para tomar para sí la bendición, y a habidas cuentas se lo merecía pues el (Abram) recuperó todo. Pero Abram consultó a Dios y Jehová le dijo que no se quedara ni con una cuerda de vestido, ni una correa de calzado. para que el rey de Sodoma no pueda decir “yo enriquecí a Abram” (Gen 14)

Lo que hallarás en el sendero.

Es un enunciado harto conocido, que toda acción trae una reacción otros dicen los hechos traen consecuencias. En este caso ocurre igual al seguir las pisadas de Abraham vemos que cada pisada dejada por él trajo para sí algo en particular.

  1. Sentido y destino nuevo. Con tu obediencia Dios te da un lugar a donde ir, un propósito un destino.

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1Co 2:9)

Cuando rompes compromisos con el mundo, y mueres a ti mismo ahí comienza verdaderamente el nuevo sentido para tu vida. Con la obediencia Dios te dice pasa por aquí ven, camina, pisa conoce esta tierra porque es tuya. (Gen 12: 5 -7) No importa si está ocupada, no importa o el costo, nada es imposible para Dios, si El te ha dicho que es tuya, tuya es.

  1. Aún en tiempo de escasez para ti hay sobreabundancia.

“Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos; 18 Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.” (Salmo 103:17-18).

Abraham baja a Egipto y aun cuando hace lo incorrecto (miente acerca de que Sara era su hermana y no su esposa, y esa mentira trae unas plagas a la tierra de Egipto), Abram sale de Egipto con muchos bienes otorgados por el Faraón de Egipto. En palabras de la Biblia Abram era riquísimo. (Gen 13:2)

  1. Cuando lo honras y reconoces que El es tu Dios tu Señor y tu Proveedor.

El te dice “Yo soy TU ESCUDO y TU Galardón (premio, recompensa) será sobremanera grande. Las palabras en el hebreo original usadas para “sobremanera” y “grande” son:

- meód: en extremo, en gran manera, enteramente, externo, gran, grande, grandemente, gravemente, gravísima, hasta no poderse contar.

- rabá: abundancia, amontonar, amplio, aumentar, cantidad, colmar, crecer, criar, dar demasiado, dominar, engrandecer, ensanchar, exceder, exigir, ganancia, mantener, mayor, mucho, multiplicación, multiplicar, numeroso.

¿Redundante? Pienso que no. Dios le estaba diciendo a Abram que no podría medir la bendición que venía sobre él.

Nuevos sueños en “meód” con “rabá”

Hasta aquí, Abram solo había obedecido, pero al escuchar la palabra de Dios, diciendole yo soy tu escudo y tu recompensa será descomunal. Abram derrama su corazón y le dice pero no tengo hijos. De pronto Abram tiene un sueño un hijo. Pero ese sueño no se acercaba ni por poco a lo que Dios tenía preparado para él. Abram quería un hijo pero Dios tenia para el una descendencia, que no la podría contar.

Ayer el Señor me decia: - Los sueños que Dios pone en nosotros, son solo un atisbo, una pequeña muestra, apenas una mirada a lo que El tiene preparado para nosotros. Tal vez se le parezca en algo, esa es la manera en como Dios trata con nuestra mente finita, nos da algo que podamos manejar. Pero lo que Dios tiene para nosotros sobrepasa todo nuestro entendimiento.

Sigamos las pisadas, el sendero de Abraham, y alcanzaremos nuestra promesa. Nuestro escudo será Jehová y nuestra recompensa meód” con “rabá”.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6-7).

martes, 29 de enero de 2008

Yo Conozco las Peticiones de Tu Corazón


Hay ocasiones en las que resulta muy duro empezar a escribir, sin embargo, hoy no es uno de esos días. Y la razón es que intento compartirte acerca de mi tema favorito el cual es, mi relación especial con el Señor.

Esta mañana desperté con deseos de encontrarme con el Señor, pero lo primero que me vino a la mente, fue: - Pana no te levantaste temprano, pero igual tienes que cumplir con el Señor.

Bien, pues me dispuse a encontrarme con El, y créeme cuando te digo, que lo de hoy fue algo muy, pero muy curioso. No se si te habrá pasado alguna vez, que estás con alguien y se compenetran al punto que comienzan a conversar y mientras lo hacen uno completa las frases del otro, o te ríes de la anécdota antes de que el otro lo termine pues te imaginas como termina la historia. Eso es el fluir del espíritu de lo cual hablo. Eso también sucede en muchos matrimonios en los que las parejas se conocen muy bien. Muchas veces me sorprendo adelantándome a lo que mi esposa esta por decir.

Pues algo muy parecido me ocurrió esta mañana, las ideas, pensamientos y sentimientos se agolpaban en tropel; había multitud de cosas que quería hablar con El. Yo estaba por así decirlo en angustia, sentía hasta culpa por no haber buscado de El mas temprano, sentía que no me alcanzaría el tiempo y ¡tenía tantas cosas que traer delante del Señor esta mañana! Si, traía el saco lleno de multicolores peticiones. Y me dispuse a orar, y ahí empezó todo…

Mi encuentro con El

En primer lugar llamé al Espíritu Santo, para que viniera a estar conmigo, pues cuando El no esta en la habitación conmigo siento que mi oración es como un cheque sin fondo, que rebota contra las paredes del lugar hasta que agotada desfallece en el suelo, esa oración no es capaz de pasar mas allá del techo. Pero cuando El esta ahí conmigo, el se encarga de llevarle mi oración directamente a los pies del Padre, con olor fragante además.

Y te soy sincero, ya no me importa si alguien me dice que Dios está en todas partes, ¿que para que lo llamo? – suelen decir. Puede que esa persona, ostente títulos ganados en doscientos seminarios, o sea apóstol, pastor diácono o teólogo muy versado, tal vez tenga patentada y registrada su “manera” de como se ha de hablar con Dios, cuantos minutos tengo que dedicarle a la adoración, alabanza, petición y cierre de la oración. En realidad a mi lo que me importa es que el Espíritu Santo esté conmigo ahí y que yo esté con El. Por eso lo llamo, porque se que El es tan poderoso que aunque esté aquí, El puede venir, y yo lo puedo sentir cuando El llega. Se por experiencia que lo sobrenatural del Reino aplasta cualquier ancestral teología, cualquier esquema preconcebido y cualquier teoría vanguardista.

Yo amo sentir la Presencia del Espíritu Santo, y por eso obedezco. Es bien simple, Si el es mi Consolador (Parakletos en griego) y Parakletos es alguien a quien tu llamas y el viene, y Jesús dijo: “yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16). Esto es: Yo rogaré al Padre y os dará a uno igualito a mi que cuando tu lo llames el va a venir, para que este con nosotros para siempre. Pues ahí lo tienes, yo lo llamo para que el venga. ¿Simple verdad?

Bueno tras ese pequeño paréntesis, continúo el relato. Les decía que ahí fue cuando inició una sorprendente conversación entre el Señor y yo.

Empecé a hablar de muchas cosas que tenía dentro de mí, por cierto ninguna de ellas estaba en saco (el de peticiones). Pero que estaban saliendo de lo profundo de mi ser. Palabras salían de mi boca y yo sentía como el Señor me escuchaba y en ocasiones completaba lo que yo habría de decir.

Cumplir

Esa fue la palabra que vino de primero a mi boca, yo no recordaba que la había dicho, pero el Señor sí. Le dije Señor yo no estoy aquí para cumplir. Y del otro lado escuche amorosamente ¿cumplir qué? Y empecé a decirle que me perdonara por haber pensado en cumplir con El, que eso sonaba mas a un compromiso que a un deseo, que yo no estaba ahí para cumplir un tiempo, para tachar eso de mi agenda, que no era que yo quería decirle un par de cositas agradables y ya, para entonces soltarte aquella erupción de peticiones en su cara. Sin embargo, aun seguía yo ahí, parado delante de El, con los brazos abiertos, pero con mi saco al hombro. Pero entonces, dicho lo anterior, se hizo un silencio entre los dos, era como si El estuviera esperando lo que yo iba a decir luego. Como cuando se está a la expectativa de que alguien diga algo. Así como: ¿Ajá, y entonces? Entendí que había algo en mi corazón que respondía aquello, y le dije Señor como puedo hablar de cumplirte a ti, si ni aún dando mi vida podría hacerlo, ¿que podría darte, que podría ofrecerte? Aquí estoy, dispuesto Señor a obedecerte. En la medida de mi humanidad te digo como Pedro, Señor tu sabes que te amo.

Ahí, en ese momento me pareció ver sonreir al Señor, entendí que esa era la respuesta que el esperaba, que eso es lo que El espera de mí: obediencia. Recordé aquel verso bíblico que dice Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Juan 15:14 ).

Y después…

Después de largo rato de derramar mi corazón y mis lágrimas delante de El, aún seguía con mi saco al hombro, cuando reparé en aquello, también El lo hizo y antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, El me dijo tiernamente, “Yo conozco las peticiones de tu corazón”. Acto seguido caí de rodillas envuelto en llanto. Aquello era demasiado para una mañana, ¿Cómo el Señor podía hablarme así?... ¿Qué fue lo que hice? …La respuesta, Nada. Al final, todo lo hizo El.


En fin, no se trata de entender con la mente sino de conocerle y entenderle, y para ello solo hay que obedecerle


“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. (Jer 9:23-24)”

Una vez más lo sobrenatural acallando los gritos de la sabiduría y la razón humana.

El resto del día ha sido grandioso… Cuando un padre le da a su hijo un regalo especial, el corazón del padre se alegra mucho más que el del hijo, en su memoria queda grabada la sonrisa de ese hijo cuando recibió aquello tan hermoso que su papi le dio.

Hoy estoy muy feliz pero sé, que la alegría de mi Padre es mucho mayor.