“Hace mucho que entendí que yo no puedo cumplirle a Dios, El me llevó a esa revelación precisamente en medio de la celebración de una de estas citas con mi propia soledad. “ - “Él te está diciendo ahora - Hay algo más”
- Buenas tardes, señorita llamo para hacer una cita, con el doctor.
- Buenas tardes, señorita llamo para hacer una cita, con el doctor.
Celebramos reuniones a diario, citas de negocios, con los amigos, con el odontólogo o dentista. Algunas son solo por compromiso, otras porque ya no podemos posponerlas más y otras porque son de absoluta necesidad. A cada una de ellas, asistimos generalmente y cumplimos el propósito para el cual pautamos en encuentro. Tristemente, también es éste tipo de citas, a las que solemos asistir con Dios.
Llegamos y "cumplimos” llenamos nuestro hueco religioso, aquel que nos enseñaron a satisfacer, mediante una plegaria más o menos sincera, recitada con aires de solemnidad. Y nos vamos. ¿Un poco más tranquilos? Sí, Puede ser. Esa tranquilidad que proviene de nosotros mismos, es como un tipo de crema de uso local que nos auto-aplicamos, para sentirnos mejor. Ahí no hay verdadera paz, al menos no la paz que Dios da. De hecho, me atrevería a decirte que en esas citas, te encuentras solo, reuniéndote únicamente contigo mismo.
Hace mucho que entendí que yo no puedo cumplirle a Dios, El me llevó a esa revelación precisamente en medio de la celebración de una de estas citas con mi propia soledad. El Señor, me llevó a hablarle y declararle que no tenía manera humana de cumplirle a él en mis propias fuerzas. Te confieso, que yo en mis fuerzas solo he hallado la frustración y el desánimo de un corazón cansado de intentar alcanzar lo inalcanzable. Pero ¿sabes qué? hubo un día en que me tomé un café con Él, y lo pude hacer porque descansé en Él.
El desea una cita contigo pero bajo otros términos. El verdadero secreto de un encuentro con Él, está en la actitud con que te acercas a SU persona. ¿Recuerdas la primera vez que te encontraste con tu novia? ¿O quizá esa cena romántica con tu esposo?. Una de las cosas que más amo en mi vida es la sonrisa de mi esposa, ella tiene la rara pero poderosa habilidad de mover el más profundo hilo de mi corazón y acelerarlo de inmediato, y la verdad, yo no sé si alguien más lo nota, pero siento que en mis ojos de alguna forma, se produce un tipo de destello en un instante. Entiendo que esto es consecuencia del amor que Dios ha puesto en mí hacia mi esposa. Atesoro esos momentos especiales en mi memoria, estos son los recuerdos del primer amor.
Dios quiere que tú tengas este tipo de recuerdos, Él quiere encontrarse contigo en medio de una cita, en la que el primer invitado sea el amor que le tienes a Él, eso es lo que te permitirá el acceso. Él quiere que disfrutes de ese tiempo con él de manera que todos tus sentidos, sean activos receptores de los sonidos y sensaciones que vienen a tu encuentro cuando estas con él.
El Señor está cansado de la frivolidad con la que tanta gente se acerca a Él. Dios no es solo tu proveedor, el desea que tú le veas a Él tal y como Él es. Desea que le conozcas más allá de los regalos y bendiciones que te da. Él te está diciendo ahora - Hay algo más. El desea tener el tipo de citas contigo, en las que el reloj no es obstáculo, en la que tu espíritu y SU Espíritu se unen en uno y puedes oírle con total claridad. Un tiempo en el que tu deleite es en él y con él. Un tiempo en el que puedes verle a él sonreírte con una paz hermosa, incomparable, absoluta y plena capaz de llenarlo todo. Una cita que terminará tiernamente y maravillosamente, cuando él diga que se acabó.
El recuerdo de esas citas, se irá contigo a donde vayas, en un momento vendrá a ti de repente y escucharás de nuevo su voz, llamándote diciéndote, - Ven encontrémonos de nuevo. Esas son las citas que también recuerda el Señor.
"... porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan." (Heb 11:6 )
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